Al acercarnos a la finca “La Carolina” nos adentramos no solo en un cultivo, sino en la historia de un hombre de tradición cafetera llamado Gilberto. Sonriente, nos da una cálida bienvenida junto a una pintura de su familia, contándonos parte de su infancia en el campo entre cafetales, con la guía de sus padres labrando y cuidando la tierra. Posteriormente en su adolescencia partiría al Ejército Nacional, donde trabajo la mayor parte de su vida entre selvas, sirviendo a su patria.

Hoy, después de retirarse vuelve al terruño, a recordar las prácticas aprendidas y con un arduo trabajo busca empacar en los granos de café la magia de este maravilloso lugar, dándote una experiencia que perdure en tu memoria.